lunes, 31 de enero de 2011

CAPITULO SIETE.



Una mañana de Septiembre, en clase de Filosofía, el segundo día de instituto.

Nada más llegar, Elia se ha sentado en su pupitre y ha sacado su nuevo libro de Filosofía. Tan solo es el segundo día de clase y ya presiente que esa asignatura la va a odiar. Tal vez sea por la cara de amargado que tiene continuamente el profesor, o por que el libro contiene demasiada teoría y ella odia estudiar. Sea lo que sea, tiene malos presentimientos.
Mantiene la mirada por la ventana, puede ver a muchos chicos en el patio del instituto, todos se dirigen hacía sus respectivas clases. Pero de pronto, se fija en una moto vespa que acaba de aparcar en la puerta. En ella va una chica. “¿Será Triana?” piensa. La chica se quita el casco y Elia comprueba que está en lo cierto; es su hermanastra.
Esta mañana ha sido ella la que se ha despertado tarde, y finalmente Pedro se fue junto con Elia en el coche. Ojo por ojo, diente por diente.

Suena el timbre. Elia se asusta, estaba demasiado concentrada espiando por la ventana a hermanastra, la cuál llega tarde. Es hora de empezar la clase.

Mira a su lado. El pupitre está libre. Qué extraño, Carolina hoy no ha ido a clase. Se gira y comprueba que Alex y Julia si que están allí. Se miran, se sonríen y se saludan con la mano. Elia se gira de nuevo, qué gusto da hacer nuevas amistades.

Vuelve a mirar por la ventana y ve que Triana sigue allí, aún no se ha encaminado a clase.
“¿Pero qué está haciendo? ¿Va a hacer pellas?” Piensa Elia, pero al fijarse más detenidamente se da cuenta de que está hablando con alguien. Rápidamente saca el móvil y le manda un mensaje. “La clase ha empezado, tonta. ¡Date prisa!” Lo envía y vuelve a guardarlo. De pronto escucha una voz a su lado.

- ¿Está libre este sitio?

Elia pega un brinco. De nuevo ha vuelto a asustarse. Se gira y ve que el chico que le está hablando es el mismo que el de ayer. Aron, cree recordar que se llamaba.

- ¿Hola? Tierra llamando a Elia, ¿estás ahí? – Pregunta él para comprobar si le ha escuchado.
- Ah, sisi. – Responde ella entrando en razón. – Estaba embobada, lo siento.
- No pasa nada. – Dice Aron sonriente mientras se sienta a su lado.

Elia analiza la situación. ¿Cómo ha acabado ese chico sentado en el sitio de Carolina? Le mira de arriba abajo, le cuesta creer que sea amigo de los empollones que vieron ayer. El chico no está mal. Y viste bastante bien. Es un caso extraño, pero a pesar de ello, prefiere su compañía que a la de Carolina.
El profesor ha empezado a hablar hace un rato, pero nadie le escucha.

- Qué aburrimiento de asignatura, tengo la impresión de que voy a morirme este curso.
- Si te sirve de consuelo, siempre que yo sea tu compañero de pupitre, haré lo posible para que no te mueras de aburrimiento. – Contesta sonriente.
- No te ofendas, pero a este paso, moriré igualmente. Y tú probablemente también.

Los dos ríen. El profesor se fija en ellos.

- Aron, guarda silencio o tendré que echarte de clase. – Le advierte.

Normalmente ese profesor, a una persona que se ríe en clase, cachondeándose de la Filosofía, lo habría tirado al pasillo desde el primer momento. Pero Aron es una excepción, es un alumno de matrícula de honor.
Sin embargo, Elia sigue hablándole en bajito, y riendo de vez en cuando. Finalmente el profesor se harta y les echa a ambos de la clase. Elia sale riendo, pero a Aron la expresión de la cara le ha cambiado. Nunca le habían echado de clase. Sin embargo, al ver a Elia de nuevo reír, la sonrisa involuntariamente se forma en su rostro.

- Vaya, que decepción de profesor. Primer día de clase y… ¡Al pasillo! – Dice Elia mientras se sienta en el suelo.
- Sí, lo sé. Los profesores pueden llegar a ser tan odiosos…
- ¡Vaya! Algo que tenemos en común; el odio hacía los profesores.
- Yo les odio más, te lo aseguro. – Miente sonriente Aron. Sabe que tarde o temprano todas estas mentiras saldrán a la luz.
- Qué guay… Realmente, tú fuiste la primera persona en hablarme en este instituto.
- ¡Pues el más listo!
- Obviamente. – Dice riendo Elia. – Muchas gracias Aron. Para mi es muy importante, llegué sola y tú… Has sido mi primer amigo.
Pese a lo raro que le pareció el día anterior aquel chico, hoy por lo contrario le ha caído bastante bien. Además, pensandolo detenidamente, fue la primera persona que se acercó a ella. Y eso se agradece.
- De nada, sabes que aquí tienes a un colega.
- Shh, guarda silencio un segundo. Se escuchan pasos.

Ambos se detienen e intentan escuchar. Es cierto, alguien se aproxima a ellos. De hecho, al final del pasillo se puede distinguir la silueta de alguien, de una chica.

- ¿Elia? – Se escucha desde el final del pasillo.
- ¿Triana?
- ¿Qué haces fuera de clase?
- El profesor de Filosofía nos ha echado. – Contesta Elia a su hermanastra, la cuál ya está lo suficientemente cerca de ellos. – Ah, por cierto, este es mi amigo Aron.
- Hola Aron. – Saluda sonriente Triana. Lleva el casco de la moto en la mano, se dispone a entrar en la clase.
- Hola. – Contesta él.
- Por cierto Triana, ¿Con quién estabas hablando antes? Cuando te mandé el mensaje.
- ¿Cómo sabes que estaba hablando con alguien?
- Te vi por la ventana.
- Ah, bueno. Ya te contaré cuando lleguemos a casa.

Triana llama a la puerta y rápidamente le abren. Va a entrar, pero antes le grita a su hermanastra:

- Ah, ¡Y ni se te ocurre decirle a papa y a mama que he llegado tarde!

La puerta se vuelve a cerrar y se escuchan los gritos del profesor. Dice cosas como “¿Qué modales son esos?”.
Aron y Elia ríen.

- Qué simpática tu hermana.
- Hermanastra. Y sí, lo es… Pero solo cuando quiere, eh. – Elia le guiña un ojo.
- Mi hermano mayor no es simpático ni cuando se propone serlo.

Ambos ríen.

- ¿Tienes un hermano mayor? – Pregunta ella.
- Sí. De un año más.
- ¿Y es guapo?
- No soy quién para juzgar esas cosas, losiento Elia.
- Ah, es cierto.

Vuelven a reir. De pronto, de nuevo se escuchan pasos a lo lejos del pasillo. Guardan silencio, con el miedo de que sea el director del instituto y les eche una bronca. Pero por suerte no es ningún profesor. Es un chico, está parado enfrente de la puerta de segundo de bachillerato. Al igual que Triana, él también llega tarde.

- ¿Quién es? – Pregunta Elia.
- Marcos.
- ¿¡Marcos!? – Elia rápidamente se levanta.

El chico entra en la clase. Ella, al ver que ya no tiene oportunidad de hablar con él, vuelve a sentarse algo refunfuñona.

- La verdad es que no me extraña que te comportes así. Todas reaccionáis igual al ver al 'perfectisimo' Marcos. – Comenta Aron, ahora tiene oportunidad de decir lo que piensa. Elia se da cuenta de lo celoso que está.
- ¿Le conoces? – Susurra.
- ¿A Marcos?

Elia asiente sonriente.

- Es mi hermano mayor. – Contesta Aron.
- ¿Qué? - Elia no da crédito. No puede creerlo. Son completamente opuestos.
- Sí, lo sé. No soy lo suficientemente atractivo como él, ni tan gracioso, ni tan simpático, joder, sé que no soy ni la mitad de guapo que mi hermano mayor. Pero te diré un secreto: Mi madre siempre me dijo que lo mejor de las personas está en el interior.

Unos minutos antes, en la puerta del instituto.

“Mierda, llego tarde.” Piensa Triana mientras aparca la moto con rapidez.
Se quita el casco. Baja la mirada y comprueba que en su mochila están todos los libros. Sí, todo perfecto, excepto que no ha sido puntual.
Levanta la mirada, dispuesta a salir corriendo hacía su clase, cuando de pronto una moto derrapa con habilidad delante suyo, tirando su mochila por los suelos.

- ¡¿Estás loco o qué?! – Grita sin pensarlo Triana.

Más tarde se fija en el conductor de la moto, es Hugo. Está increíble, sigue pareciendo el protagonista de un anuncio de colonia. El chico sonríe, pero levemente, ni si quiera se molesta en mostrar los dientes. Triana frunce el ceño. De pronto, tras él se asoma una chica. Es castaña y tiene el pelo liso, va agarrada a la cintura de Hugo, ocupando la plaza trasera de la moto.

- Hola. Creo que te vi ayer por aquí, ¿eres nueva, no? Bueno, en cualquier caso, yo soy Mel. Una 'buena amiga' de Hugo. Y tengo una duda: ¿Qué es lo que estás mirando? -Le grita a Triana.

Mel y Hugo se miran y ríen, como si escondieran algo. Hugo vuelve la mirada a Triana y deja de reir. Le sonríe otra vez, con esa maldita sonrisa que parece una mueca, y arranca de nuevo la moto.

De pronto suena el móvil de Triana, tiene un nuevo mensaje de su hermanastra. Dice algo de que la clase ha empezado y que llegará tarde.
Pero Triana esta demasiado impactada como para ahora fingir que no ha pasado nada. Ha permanecido en silencio todo el rato. No sabía que comentar, se ha quedado impresionada. Ha durado un minuto, un continúo minuto de sufrimiento. Y las palabras de esa tal Mel retumban sobre su mente. Siente como una gran decepción por dentro. ¿Ha que se refería con que era “una buena amiga”? ¿Era su novia? ¿O solo su amiga con derecho a roce?

Triana suspira.
Desde que vio a ese tal Hugo le odió. Tal vez sea por impotencia, de cualquier modo, ahora le odia más que nunca.., y esta vez se lo ha ganado a pulso.


Una mañana de Septiembre, en la clase de segundo de bachillerato de un instituto.

Dorian suspira. La puerta se abre y entra Marcos, su mejor amigo. El profesor aún no ha llegado a la clase, y ningún alumno permanece sentado en su pupitre, excepto él. Marcos deja su mochila en su asiento, saluda a un par de personas, y luego se dirige hacía el pupitre de su amigo.

- Eh tío, ¿qué pasa? - Le susurra.

No es normal que Dorian este así, sereno y tranquilo sin la presencia de un profesor en la clase. Además, ni si quiera ha mirado a su mejor amigo a los ojos cuando le ha hablado. Contiene la cabeza agachada, como si se avergonzará de algo, o aún peor: como si escondiera algún secreto.
Marcos, preocupado, le eleva la cabeza con la mano. Involuntariamente abre la boca debido al asombro. Queda impresionado al ver que todo su ojo tiene una moradura.

- ¡¿Que diablos ha pasado?!

Dorian vuelve a suspirar. Sus grandes labios están secos y cortados, y arriba de su ceja tiene una cicatriz. Sus ojos están enrojecidos, inyectados en sangre. Si por él fuera, ya habría empezado a llorar, pero es un hombre fuerte. Además, los nudillos de sus manos están rasgados y también contienen sangre.

Marcos piensa. A Dorian siempre le han criticado y ha tenido movidas por ser negro de piel. Sí, es un negrito. Pero el mejor negrito que jamás existirá. ¿Qué le habrá pasado? ¿Una pelea? ¿Un atraco? ¿Un accidente?
No entiende nada, solo sabe que su mejor amigo está mal, y que tiene algo importante que contarle.
Y tanto qué importante.

domingo, 30 de enero de 2011

CAPÍTULO SEIS.


Una noche de Septiembre, en la casa de un deprimido adolescente.

Lleva toda la tarde dándole vueltas. Ni si quiera ha cenado a gusto. Aron está realmente preocupado, había sentido un flechazo por la chica nueva, y ahora ella ni si quiera le mira. Estaban entablando una conversación hasta que apareció Marcos. El perfecto Marcos. El que lleva a todas las chicas locas y está saliendo con la más guarra del instituto. Y ahora, Elia es una más que va detrás de él. Aron suspira y coge aire. Como desearía que las chicas se fijarán más en el interior de las personas. Con eso, no quiere decir que Marcos sea mala gente. Le conoce, y tiene muy buen fondo. Pero tiene un año más, podría salir simplemente con las de su curso, ¿no? Y dejar a Elia para Aron. Las cosas serían mucho más simples así.

Está tumbado en la cama, escuchando música. No le ha gustado nada su primer día de instituto. ¿Ahora que puede hacer para solucionarlo? ¿Para que la imagen que Elia tiene de él cambie? La canción se cambia. Suena ‘Te mentiría’, de Jere. Escucha el estribillo. Se siente tan identificado…
“Que te quiero a pesar que tú si puedas estar sin mí, te mentiría si digo que en todo el día no pienso en ti...”

Acaba de conocer a Elia y lo cierto es que todo es muy extraño. Es como si la conociera desde hace años. ¡Y apenas han mantenido una mísera conversación! Supone que será por la ilusión que tenía de conocerla, de enamorarla, de conseguirla y de ser felices. Y ahora toda esa ilusión de ha perdido. 

De hecho, ahora que lo piensa, tal vez la culpa sea suya por hacerse ilusiones. Sí, eso será. Pero ya ha llegado demasiado lejos, Elia es su chica, tiene que serlo. Y lo cierto es que sus caracteres, encajan a la perfección. Joder, es su media naranja, ¿es que no se da cuenta? La ha estado buscando dieciséis años, y ahora ha aparecido. El hecho de que Elia se haya mudado a Tudela no puede haber sido una simple casualidad, ha sido obra del destino. Y ahora, Aron está obligado a luchar por ella. Lleva mucho tiempo esperándola y no va a dejarla escapar.

De pronto, se abre la puerta de su habitación.
Es su hermano mayor. Pasa y coge un bolígrafo azul que tiene Aron en su escritorio. La música sigue sonando. Su hermano le mira, está tumbado en la cama con los ojos cerrados. Analiza la situación. Sonríe y susurra.

- ¿Enamorado, hermanito?

Aron resopla. Lo que faltaba, su hermano mayor molestando. ¿Es que no se nota que está enamorado? Además, si tuviera que pedirle ayuda a alguien para conquistar a Elia, precisamente a su hermano mayor no sería. Él no es la persona más adecuada en esta situación. Sería algo... Incómodo. Bastante incómodo.

- No, qué va. Es solo que… Me deprime empezar las clases.

Su hermano mayor ríe incontroladamente al escuchar eso.

- ¿Qué estás diciendo, Aron? ¡Si tú eres un empollón! Adoras las clases y te llevas genial con todos los profesores, lo sabes.

Esas palabras a Aron le ofenden. Maldita sea, ¡Está intentando cambiar de reputación! ¿Y todo para qué? ¿Para que su hermano mayor le recuerde que es todo lo opuesto a Elia?
Claro. ¿Para qué iba a ser si no? Como él es tan atractivo y liga tanto, como es tan popular, como encaja tan bien con Elia… Tiene que destruir sus ilusiones. Aron suspira. No quiere enfadarse con su hermano mayor.

- Vete. – susurra.
- Vamos enano, ¿no te habrás enfadado, verdad?
- ¡He dicho que te vayas! – Ahora lo grita, no ha podido contenerse.
- Vale, vale, tranquilo. Vaya, que carácter… - Dice mientras sale de su cuarto.

Aron mete la cabeza bajo el cojín.
¿Pero qué le pasa? Nunca le había levantado la voz a nadie. Siente que no tiene nada. Ni si quiera el apoyo de su hermano, ese que va a un curso más y que es tan sumamente conocido por todas partes, ojalá fuese como él. La canción se cambia. Se levanta de la cama y se conecta al Tuenti. De pronto, Eva le habla por chat.

- ¡Hola! – Dice ella, ha añadido una carita sonriente.
- Hola Eva.
- ¿Qué tal está mi ligón?

“Huy sí, todo un ligón”, piensa Aron. Ha mejorado este verano, pero sigue siendo un don nadie. Y ahora, ¿qué le contesta a Eva? A la que, supuestamente, le cuenta todo siempre. Piensa un momento mientras revisa su lista de contactos. Ni si quiera ha agregado a Elia. Hace memoria para recordar como se apellidaba. "Elia Olmos”. Sí, eso es. Lo pone en el buscador y rápidamente le sale. Su perfil está privado, pero se puede ver un poco de su foto principal. Sale sonriente, una foto de su cara. Es preciosa. Su larga melena rubia le tapa la parte derecha de su rostro, y sus grandes ojos verdes son capaces de transmitir millones de sentimientos a la vez, y solo en una simple foto.

¿Qué hace, le agrega? No, mejor no. Tal vez sea demasiado pronto. Aunque por otro lado, si lo hace.., podrían hablar por chat y empezar a ser amigos. ¿O tal vez parecerá un pesado? 

Millones de preguntas le invaden la mente. Alomejor debería pedirle consejo a su hermano mayor. No, no cree que esa sea la mejor opción. Respira hondo. Hoy ha sido el primer día de instituto, quizás si le agrega esa misma tarde esté yendo demasiado rápido.

Mañana lo primero que hará será hablar con ella, aun que sea simplemente preguntarle la hora. Y así al menos, a la tarde, tendrá una escusa para agregarle.

Ya ha tomado una decisión. Está apunto de abandonar la página, cuando ve que le están hablando tres chicas por chat. La primera, es Eva. Ha escrito: “¿Aron?” debido a su tardanza. Y las otras, son dos chicas que conoció ese mismo verano.
Ambas le saludaban muy amablemente. Pero Aron no está de humor, así que, sin ni si quiera contestarles, cierra la página y apaga el ordenador. Se tumba en la cama otra vez. Que injusta es la vida en ocasiones.

Una noche de Septiembre, en el cuarto de Triana.

En el pasillo se escuchan risas. Pedro está sorprendido. Esa misma mañana se odiaban y ahora, a las diez de las noche, están Elia y Triana reunidas riendo.
Están comentando lo gordo que estaba el profesor de Inglés y ese lunar tan gracioso que tenía su tutora Ester en la punta de la nariz.
Ya han hecho prácticamente las paces, han preferido olvidarlo todo y empezar de cero.

- Pues yo he hecho una amiga. – Dice Triana, refiriéndose a Eva.
- Y yo dos, ¡Alex y Julia! – Contesta Elia sacándole la lengua a su hermanastra y a la vez riendo.
- ¿Y Carolina? ¿De esa no te has hecho su amiga?
- ¡Ni pensarlo! ¡Qué chica tan sumamente desagradable!

Las dos ríen. La odian a muerte.

- Lo cierto es que hay personas bastante raras aquí.
- ¿A quién te refieres, Tri?

Vaya, Elia la ha llamado Tri. Qué extraño. Tri solo le llamaban sus amigas más íntimas. Normalmente, habría preguntado que por qué le ha llamado así. Pero Triana se limita a sonreír, se alegra de volver a estar bien con Elia.

- Pues, a un chico.
- ¿Un chico? – Pregunta Elia sorprendida.
- Relájate. Ni si quiera he hablado con él. Simplemente le vi, era un poco rarito.
- ¿Y cómo se llamaba?
- Hugo.

Elia recuerda cuando Carolina, Alex y Julia corrían tras un chico bastante guapo que se llamaba Hugo. Sonríe.

- Sé quién es. Alex y Julia están enamoradísimas de él.
- ¿Sí? Y.., bueno, ¿no te recuerda a Derek?
- ¿Derek? ¿Tu novio? Vaya, pues ahora que lo dices, si que se parecen un poco. Pero Triana, tienes que admitir que Hugo es mucho más guapo.
- Sí, lo sé.
- No te vayas a enamorar, eh.
- ¿De un rarito? Ni loca.
- ¡Si tu también eres una rarita! Haríais la pareja perfecta. ''El rarito y la rarita'', sí, creo que os llamaré así.

Vuelven a reír.

- ¿Y tú qué? ¿Has visto ya algún chico guapo?
- Pfff, y qué lo digas. Un chico increíble.
- ¿Sí?

Elia asiente. Desde que le vió a primera hora de la mañana en los pasillos no ha dejado de pensar en él, en Marcos. En su increíble sonrisa. Y en su beso con Carolina. Está un poco desilusionada.

- Si, se llama Marcos. Pero tiene novia.
- Bah, seguro que no es más guapa que tú.
- Es Carolina.
- ¿¡Qué dices!? – Triana sonríe con malicia. - ¡Ay, Elia! Tienes que hacer lo que sea para que lo dejen. ¿Te imaginas la cara que se le quedaría a la tonta de Carolina si Marcos le dejará por ti?

Sí, Elia se lo imagina. Y la verdad es que le encantaría. Pero es demasiado improbable, Marcos estaba locamente enamorado de Carolina. Recuerda los ojos con los que le miraba, y sus besos, y como ella pasaba de él. Que injusto y que chica tan tonta que no sabe apreciar lo que tiene. Resopla.

- Me encantaría. Pero Marcos está realmente enamorado de Carolina.
- ¡Vamos, Elia! ¿Desde cuándo no consigues al hombre que te planteas? ¡Eres Elia! La chica más deseada de nuestro antiguo instituto, ¿recuerdas? Y muchísimo más guapa que Carolina, eso no lo dudes.

Elia sonríe. Pero sigue pensando que no tiene oportunidades con Marcos.

- Y tú eres Triana, la más rarita… Pero la mejor hermanastra que existe.

Ambas se abrazan, sonrientes.

- Sabes que puedes conseguir a Marcos.
- ¡Y tú a Hugo!

Claro que pueden. Son jóvenes y guapas. Podrían conseguir a quienes quisieran.

- No quiero a Hugo, tengo a Derek.
- Si, tienes a Derek a unos cuántos kilómetros de aquí. Estás loca por Hugo, y lo sabes.

De pronto entra Pedro en el cuarto. Anuncia que la cena está lista. Las dos se levantan de la cama y bajan las escaleras, dispuestas a cenar.

Finalmente, han tomado una decisión: Tudela les encanta.

Una noche de Septiembre, en casa de Carolina.

-¡Carolina! – Grita su madre. – ¡Rápido, ven! ¡Tenemos que anunciarte algo!
- ¿Qué pasa? – Contesta ella mientras se dirige al salón, dónde están sus padres.
- Ven, siéntate.

Ella obedece. Su padre y su madre están sentados enfrente suyo, dándose las manos entre ellos. ¿Qué van a decirle? Parece que vayan a anunciar que va a tener un nuevo hermanito. Siente un escalofrío. Que espanto.

- ¿Qué sucede?
- Ha llegado una carta.

Carolina resopla. Maldita sea, que susto. Pero no hay moros en la costa, no es nada malo.

- A ver si adivino, ¿Vicky?
- ¡Exacto! ¡Mañana mismo llegará a Navarra!
- ¿¡QUÉ?! – Carolina se levanta de la emoción. - ¿Vuelve a Tudela?
- Sí, y no solo eso. Sus padres la han inscrito en el mismo instituto que tú. – Completa la frase su padre.

Carolina sonríe. ¡Por fin, su prima vuelve! Y no solo eso, también estarán en el mismo instituto. ¡Qué felicidad!

Rápidamente sube a su cuarto, enciende el ordenador y abre su correo electrónico. Quiere comprobar si Vicky le ha mandado algún mensaje anunciando su llegada, pero no. Solo hay unos siete correos de Marcos, que le mandó en verano. Ella ni si quiera los ha abierto aún. “Qué pesado es.” Piensa.

En todos dice que le hecha de menos, que le quiere, y que es su vida. Carolina para Marcos es imprescindible. Y sin embargo, Marcos para ella es como una pequeña mosca que se ha chocado contra el parabrisas de su coche. Y sin saber por qué, Carolina ha estado conservando a esa mosca ahí mucho tiempo, en concreto siete meses. Engañándola, como si le gustará su compañía. Pero ahora, ya va siendo hora de pasar el limpia parabrisas y que está mosca llamada Marcos, se aparte de su camino.

viernes, 28 de enero de 2011

CAPÍTULO CINCO.

Una mañana de Septiembre, en una pequeña casa de Inglaterra.

Vicky relee un par de veces la carta que le va a mandar su prima Carolina. Corrige algunas faltas de ortografía, dibuja unos cuantos corazones por los alrededores y finalmente, la mete en un sobre sonriente.

¡Cuánto echa de menos a su primita! Desde que se fue a vivir a una familia de acogida en Inglaterra, hace dos años ya, no la ve. Y solo se han podido comunicar mediante cartas y escasas veces por el ordenador. La última vez que la vio, tenían catorce años. Y lo cierto es que ambas se echan bastante de menos. Pero pronto, todo eso cambiará.

Por que la estancia de Vicky en Inglaterra, va a terminar. Mañana estará en España. Navarra. Tudela. Junto a Carolina, como en los viejos tiempos. Además, cree recordar que sus padres le comentaron que ya no quedaban plazas en el que era su antiguo colegio; por tanto probablemente Vicky tenga que ir al mismo instituto de su prima, y no solo eso, si no que también a su misma clase.
¡Por fin juntas! Se muere por abrazarla. Son como hermanas, almas gemelas.

Está segura que Carolina le presentará a sus amigas y la integrara muy bien en su nuevo instituto.  
Vicky baja a la planta baja de su casa Inglesa. En la puerta principal ya está preparada su maleta. 

Sonríe.

Va a echar de menos Inglaterra, lo admite. Dos años es mucho tiempo, y han sido increíbles. Ha conocido a un millón de chicos y chicas, ha aprendido muchísimo inglés, ha crecido, se ha responsabilizado, ha echado de menos a mucha gente, ha ido de fiesta, de compras, ha tenido una vida completamente diferente a la que solía tener en España. Pero a partir de mañana todo eso acabará. Tendrá fin.

Recuerda como era su antigua casa de España. Sencilla, humilde, pero acogedora. Y su madre le dijo que cuando volviera de Inglaterra estaría completamente reformada. ¡Tiene unas ganas inmensas de ver su nuevo hogar!
Recuerda tantas cosas, que se emociona. Dentro de unas horas…, todo volverá a ser como antes.

De pronto suena el timbre. Vicky se extraña y se dirige a abrir la puerta.
¡Vaya, qué sorpresa! ¿Qué hacen allí todos sus amigos de Inglaterra?
- We will miss you a lot. – susurra Sofie, su mejor amiga de allí. 
“Te vamos a echar mucho de menos”… ¿Qué se cree? ¿Qué ella a ellos no? Ha conocido a gente maravillosa, y ahora todos ellos y ellas se encuentran detrás de la puerta de su casa, sonrientes. Más de uno va a llorar bastante esa noche.
- I will mis you too. – Contesta Vicky con los ojos llorosos.

Sofie la abraza y el resto de ingleses se unen al abrazo, o al menos los que pueden. Es increíble, se han reunido unos cien chicos y chicas que ha conocido a lo largo de estos dos años para despedirse de ella… ¡Y ni si quiera está arreglada!
Va en chándal, con un moño alto y con las zapatillas de andar por casa.

Todos sus amigos van entrando en la casa. Vicky, al verlos entrar, les detiene y rápidamente busca a sus padres de Inglaterra para pedirles permiso. Ellos sonríen y les ceden la casa a todos los adolescentes.

- This is your last day in England, enjoy it.
“Este es tu último día en Inglaterra, disfrútalo.”

Una mañana de Septiembre, en un pasillo del instituto.

- ¡Marcos, Marcos! – Grita Elia mientras corre detrás de Marcos. Él se gira. La ve.
- ¡Elia! – Dice sonriente. - ¿Qué tal tus primeras horas escolares en Tudela?
- Pues, bueno… No me quejo. ¿Y las tuyas?

Marcos ríe irónico. Finalmente contesta.

- Profesores, profesores y más profesores. Todos me odian.
- No tardarán mucho en cogerme manía a mí, ya verás. – Le contesta ella sonriente.
- Desde luego que si te ven hablando conmigo, te hablarán mal de mí.
- ¿Sí? ¿Y qué me dirían?
- Que soy un monstruito. O un pequeño diablo. Que no soy buena compañía, y que voy a hacer que te distraigas y suspendas.
- No creo nada de lo que has dicho. Yo les contestaré que están locos.

Marcos y Elia sonríen de nuevo.

- Lo están. – Dice mientras se rasca la oreja. – Y dime, ¿ya has hecho muchas amigas?
- ¿Bromeas? ¡Ni una sola! Lo intenté con una chica, me pusieron al lado suyo en clase, pero me ignoró la mayor parte del tiempo…
- Qué estúpida.
- Lo es. Se comportaba como si fuera una diosa, ni si quiera me miraba al hablarme.
- Pues no sabe que ojazos se perdía al no mirarte.

Elia se sonroja y Marcos sonríe.

- Bueno, ella también los tenía muy bonitos. Era muy guapa.
- ¿Y de qué le sirve ser guapa si es tonta?
- Tienes razón.
- Es que odio que las chicas se comporten de ese modo. Me resulta indignante, ¿sabes? Con ese comportamiento no se llega a ningún sitio, sin embargo, tú vas a llegar muy lejos, ya lo verás Elia. Para ser nueva no eres nada tímida, me has caído muy bien.
- Muchas gracias. La verdad es que tienes razón, no pienso perder tiempo con esa chica. Creo que me dijo su nombre, Caroli…

Pero antes de que termine la frase, se escucha un grito.

- ¡Marcos! – Grita una chica a lo lejos.
- Vaya, siempre nos interrumpen en mitad de conversación. – Le contesta a Elia. Luego se gira para ver quién le llama, aun que por la voz ya lo deduce; su novia, ex novia, o como quieran llamar a lo que queda de su relación.
Y está en lo cierto. Es Carolina, que corre hacía él desde el final del pasillo. ¡Vaya, desde Junio no se veían! Ambos han cambiado, para el buen sentido, claro.
Carolina le alcanza y pega un salto. Se sube a su caballito por delante, apoya las manos en su nuca y sus piernas las tiene alrededor de su cintura. Marcos le mira sonriente y ella le besa.
Tras ellos se encuentran Julia y Alex, que están discutiendo de algo mientras se acercan a ellos.
- ¡Como te he hechado de menos!– Grita Carolina mientras le besa de nuevo.
- Si, un montón… - Le susurra de manera irónica Alex a Julia. Las dos ríen.
- Yo a ti también, cariño. ¿Qué tal el verano? – Le contesta Marcos.

Carolina se sitúa en el suelo y le mira sonriente, rápidamente contesta:

- Fatal. Te he hechado tantísimo de menos, un montón de chicos me pidieron algo, pero, ¿sabes? Eres el único hombre la tierra que vale la pena.
- Yo tampoco he hecho caso a ninguna otra, ¡sería incapaz! Con todo lo que te quiero...
- Exacto. Mi conciencia estaría intranquila. – Miente Carolina sonriente.

Suena tan creíble. Parece que Carolina le ama de verdad. Pero no es así. A ella solo le importa tener a Marcos ahí siempre. Es un chico guapo y está loquísimo por ella, a veces, utilizar a la gente no es algo tan malo. Carolina gira la mirada. ¡Vaya! Al lado de Marcos está la chica nueva. ¿Cómo se llamaba? ¿Elia? ¿Y qué estaba haciendo hablando con “su chico”? No le gusta. Esa chica no le gusta en absoluto. Va a hablar seriamente con Marcos para que no establezcan ningún tipo de comunicación, y si lo hacen, tomará las medidas adecuadas.

- Hola, Elia. – Dice Carolina, fingiendo ser su amiga.
- Hola… ¿Carolina?
- Como si no lo supieras. – Susurra Carolina sonriente. Si esa tal Elia se pasa de lista, va a sufrir mucho.
- Perdona, no lo recordaba. Hola, Carolina.
- ¡Es cierto, vais a la misma clase! – Grita Marcos.
- Sí. ¿Y tú, de qué la conoces? – Pregunta enfadada Carolina.
- La conocí a primera hora, esta mañana. Nos encontramos en el pasillo.

Elia sonríe. Fueron los mejores minutos que ha pasado desde que llegó a Tudela.

- Ah, vale. Pues mira Elia, para que le conozcas más a fondo; este es mi novio Marcos. – Contesta con maldad Carolina.
- Ya lo sé, somos amigos, no te preocupes.
- No lo hacía.

Carolina sonriente se pone de puntillas y besa con comodidad a Marcos. Delante de Elia, para comprobar si está celosa. Alex y Julia contemplan la escena. Muchas veces, no entienden a su amiga Carolina. Si tuviera que elegir entre ángel o demonio, claramente escogería demonio. Ambas se acercan a Elia. Les ha parecido una chica interesante, y encima es bastante guapa. Tal vez encajen bien.

- ¡Hola! Yo soy Alex. – Le dice a Elia mientras le da dos besos.
- Y yo Julia. – Añade sonriente mientras imita a Alex.
- Encantada, yo soy Elia.
- ¿Qué tal? ¿Qué te parece tu nuevo instituto? – Pregunta Julia.
- Bueno, sinceramente.., es acogedor.
- ¿Con eso quieres decir que es pequeño?

Las tres ríen. Para Elia podría a ver sido una pregunta incómoda. Pero no lo ha sido en lo más mínimo, se siente bien con Julia y Alex.

- Bueno, con eso quiero decir que mi antiguo instituto de Madrid era bastante más grande, sí.
- ¿De Madrid? – Pregunta con admiración Alex - ¿Vivías allí?
- Así es, mi familia y yo nos hemos mudado a Navarra por motivos laborales. Ya sabéis, padres.
- ¡Qué alucine! Vivías en la capital de España… ¿Tú sabes lo que es eso?

Las tres se miran y responden a la vez:

- ¡Compras, compras, y más compras!

Ríen. “Qué maja es la nueva”, piensan Alex y Julia. Sin embargo, Carolina no piensa lo mismo. Está con Marcos, un poco más separada de ellos. Y está enfadada. ¿Qué hacen sus amigas hablando con Elia? En cuanto tenga oportunidad hablará con ellas seriamente. Ahora Marcos la esta agarrando de la cintura, pero ella le aparta las manos, ni si quiera le mira a la cara. Quiere escuchar de que hablan con Elia. Está interesada. Sin embargo, la voz de Marcos le impide concentrarse. Esta continuamente contándole algo, que ni si quiera le importa.

- ¿Puedes callarte un poco, porfavor cariño? – Le contesta Carolina mientras sonríe falsamente.

Marcos queda impactado y se aparta. 
¿Por qué Carolina le hace caso solo cuando a ella le interesa? 
De pronto, pasa por su lado Hugo.

- ¡Julia, Carolina! – Grita Alex. - ¡Mirar, rápido! ¡Es Hugo!

Las tres sonríen y corren tras él. De nuevo, solo quedan Marcos y Elia. Y Marcos está diferente a antes. ¿Triste? No, pero sí preocupado. Elia le mira.

- ¿Pasa algo? – susurra buscando sus ojos.
- Nada, nada. – Contesta él sonriente. Agradece que al menos Elia se preocupe por su estado de ánimo.
- ¿Seguro? Te veo un poco desanimado. Sé que nos acabamos de conocer, pero puedes contar conmigo para lo que quieras, de verdad. 
- Gracias Elia.
- De nada. Tu eres mi único amigo de momento aquí. Espero poder contar contigo también, ¿eh? -Dice sonriente mientras le pega un codazo, bromeando.
- Claro que sí. - Contesta Marcos, y esta vez sonríe.

Se hace un pequeño silencio. La verdad es que sí, Marcos está mal. Carolina le lleva loco. Y encima, le miente. Él sabe de sobra que este verano Carolina no ha pensado ni un solo momento en él. ¿Se cree que es tonto? Solo le falta ponerse un cartelito en el que ponga: “¡ME PONEN LOS CUERNOS!”
¿Por qué aguanta toda esta humillación? ¿Por qué tiene que hacerlo, aguantar continuamente a Carolina? Si en el mundo hay un millón de chicas más, y valen mucho más la pena. Como por ejemplo, Elia. Desde el primer momento que se conocen sienten algo especial.

- Gracias de nuevo. – Rompe el silencio Marcos. – Bueno, ¿de qué estábamos hablando? ¡Ah, sí, ya lo recuerdo! Estabas apunto de decirme quién era esa idiota que en clase te rechazó, la que no quiso ser tu amiga y te trato mal… ¿Quién decías que era?
- Nadie, no importa. – Contesta Elia sonriente.

Aun que en el fondo, en el momento en el que ha visto que Marcos besaba a Carolina, que eran novios, algo se ha quemado en su interior. Tenía un buen presentimiento, pero como desde primera hora de esta mañana, Carolina tuvo que fastidiarlo todo.

Una mañana de Septiembre, a la salida del instituto.

Suena el timbre. Por fin, el primer día de clases ha tenido fin. Aron rápidamente recoge los pocos libros que debe llevarse a casa y sale de clase. No se ha atrevido a mirar a Elia desde lo que pasó en el pasillo. Probablemente nunca más vuelvan a hablar. ¡Que estúpido ha sido!
Al salir, Eva se le acerca.

- ¡Aron! Chico, no te había reconocido. ¡Que cambió has pegado!

El chico sonríe con amabilidad.

- Muchas gracias, Eva.
- De nada, hombre. ¿Qué tal el verano?
- Pues muy bien, la verdad. ¿Y tú?
- Bah, como siempre. Con la familia. Sin ocasión de ligar mucho, pero se rumorea que tu sí, eh…

Aron se sonroja. Eva es su amiga desde la guardería. Siempre han ido juntos y han sido muy amigos, a ella nunca le ha importado que se rumorease que Aron era un bicho raro, por que son íntimos amigos. Y en teoría, se lo cuentan todo, aunque a él no le haya dado tiempo a hablarle de sus amores de verano.

- Bueno, he tenido un verano completo si te soy sincero.
- ¿Sí? ¿Muchas chicas?
- Unas doce.
- ¡Madre mía! ¡Pero que máquina! Aun que no me extraña, solo hay que verte. – Contesta Eva sonriente. No se siente incómoda al alagar a su amigo, son como hermanos. - ¡Que conste que yo te vi la primera!

Ambos ríen mientras se dirigen a la salida del instituto para poder ir a sus casas.

-Tú tranquila, mereces un buen novio.
- Lo sé, lo merezco… - Contesta irónica. – Por cierto, ¿sabes quién es muy maja? ¡La chica nueva!
- ¿¡Elia!? – Contesta él ilusionado - ¿La conoces?
- ¿Y ese interés? No hombre no, me refería a Triana. Aun que ahora que lo dices, Elia también tiene pinta de ser muy simpática.

Vaya. Triana. Ya la había olvidado. Y eso que también era plato de muy buen gusto, le atraía. Pero finalmente se decidió por Elia… Y no salió bien. Aron baja la mirada. Eva se da cuenta de ello.

- ¿Pasa algo, Aron?
- Sí, estoy harto... La he cagado. 
- No sé a que te refieres, ¿pero sabes qué? Seguro que se soluciona y todo acaba bien, como siempre.

Aron suspira. “Seguro que se soluciona”, ya claro. Para ella es muy fácil decirlo. 
No se lo cree, ahora esta perdido. Ya jamás tendrá ocasión de conocer bien a Elia, o al menos, eso cree. Esta realmente convencido de ello. Y también, realmente equivocado.