domingo, 30 de enero de 2011

CAPÍTULO SEIS.


Una noche de Septiembre, en la casa de un deprimido adolescente.

Lleva toda la tarde dándole vueltas. Ni si quiera ha cenado a gusto. Aron está realmente preocupado, había sentido un flechazo por la chica nueva, y ahora ella ni si quiera le mira. Estaban entablando una conversación hasta que apareció Marcos. El perfecto Marcos. El que lleva a todas las chicas locas y está saliendo con la más guarra del instituto. Y ahora, Elia es una más que va detrás de él. Aron suspira y coge aire. Como desearía que las chicas se fijarán más en el interior de las personas. Con eso, no quiere decir que Marcos sea mala gente. Le conoce, y tiene muy buen fondo. Pero tiene un año más, podría salir simplemente con las de su curso, ¿no? Y dejar a Elia para Aron. Las cosas serían mucho más simples así.

Está tumbado en la cama, escuchando música. No le ha gustado nada su primer día de instituto. ¿Ahora que puede hacer para solucionarlo? ¿Para que la imagen que Elia tiene de él cambie? La canción se cambia. Suena ‘Te mentiría’, de Jere. Escucha el estribillo. Se siente tan identificado…
“Que te quiero a pesar que tú si puedas estar sin mí, te mentiría si digo que en todo el día no pienso en ti...”

Acaba de conocer a Elia y lo cierto es que todo es muy extraño. Es como si la conociera desde hace años. ¡Y apenas han mantenido una mísera conversación! Supone que será por la ilusión que tenía de conocerla, de enamorarla, de conseguirla y de ser felices. Y ahora toda esa ilusión de ha perdido. 

De hecho, ahora que lo piensa, tal vez la culpa sea suya por hacerse ilusiones. Sí, eso será. Pero ya ha llegado demasiado lejos, Elia es su chica, tiene que serlo. Y lo cierto es que sus caracteres, encajan a la perfección. Joder, es su media naranja, ¿es que no se da cuenta? La ha estado buscando dieciséis años, y ahora ha aparecido. El hecho de que Elia se haya mudado a Tudela no puede haber sido una simple casualidad, ha sido obra del destino. Y ahora, Aron está obligado a luchar por ella. Lleva mucho tiempo esperándola y no va a dejarla escapar.

De pronto, se abre la puerta de su habitación.
Es su hermano mayor. Pasa y coge un bolígrafo azul que tiene Aron en su escritorio. La música sigue sonando. Su hermano le mira, está tumbado en la cama con los ojos cerrados. Analiza la situación. Sonríe y susurra.

- ¿Enamorado, hermanito?

Aron resopla. Lo que faltaba, su hermano mayor molestando. ¿Es que no se nota que está enamorado? Además, si tuviera que pedirle ayuda a alguien para conquistar a Elia, precisamente a su hermano mayor no sería. Él no es la persona más adecuada en esta situación. Sería algo... Incómodo. Bastante incómodo.

- No, qué va. Es solo que… Me deprime empezar las clases.

Su hermano mayor ríe incontroladamente al escuchar eso.

- ¿Qué estás diciendo, Aron? ¡Si tú eres un empollón! Adoras las clases y te llevas genial con todos los profesores, lo sabes.

Esas palabras a Aron le ofenden. Maldita sea, ¡Está intentando cambiar de reputación! ¿Y todo para qué? ¿Para que su hermano mayor le recuerde que es todo lo opuesto a Elia?
Claro. ¿Para qué iba a ser si no? Como él es tan atractivo y liga tanto, como es tan popular, como encaja tan bien con Elia… Tiene que destruir sus ilusiones. Aron suspira. No quiere enfadarse con su hermano mayor.

- Vete. – susurra.
- Vamos enano, ¿no te habrás enfadado, verdad?
- ¡He dicho que te vayas! – Ahora lo grita, no ha podido contenerse.
- Vale, vale, tranquilo. Vaya, que carácter… - Dice mientras sale de su cuarto.

Aron mete la cabeza bajo el cojín.
¿Pero qué le pasa? Nunca le había levantado la voz a nadie. Siente que no tiene nada. Ni si quiera el apoyo de su hermano, ese que va a un curso más y que es tan sumamente conocido por todas partes, ojalá fuese como él. La canción se cambia. Se levanta de la cama y se conecta al Tuenti. De pronto, Eva le habla por chat.

- ¡Hola! – Dice ella, ha añadido una carita sonriente.
- Hola Eva.
- ¿Qué tal está mi ligón?

“Huy sí, todo un ligón”, piensa Aron. Ha mejorado este verano, pero sigue siendo un don nadie. Y ahora, ¿qué le contesta a Eva? A la que, supuestamente, le cuenta todo siempre. Piensa un momento mientras revisa su lista de contactos. Ni si quiera ha agregado a Elia. Hace memoria para recordar como se apellidaba. "Elia Olmos”. Sí, eso es. Lo pone en el buscador y rápidamente le sale. Su perfil está privado, pero se puede ver un poco de su foto principal. Sale sonriente, una foto de su cara. Es preciosa. Su larga melena rubia le tapa la parte derecha de su rostro, y sus grandes ojos verdes son capaces de transmitir millones de sentimientos a la vez, y solo en una simple foto.

¿Qué hace, le agrega? No, mejor no. Tal vez sea demasiado pronto. Aunque por otro lado, si lo hace.., podrían hablar por chat y empezar a ser amigos. ¿O tal vez parecerá un pesado? 

Millones de preguntas le invaden la mente. Alomejor debería pedirle consejo a su hermano mayor. No, no cree que esa sea la mejor opción. Respira hondo. Hoy ha sido el primer día de instituto, quizás si le agrega esa misma tarde esté yendo demasiado rápido.

Mañana lo primero que hará será hablar con ella, aun que sea simplemente preguntarle la hora. Y así al menos, a la tarde, tendrá una escusa para agregarle.

Ya ha tomado una decisión. Está apunto de abandonar la página, cuando ve que le están hablando tres chicas por chat. La primera, es Eva. Ha escrito: “¿Aron?” debido a su tardanza. Y las otras, son dos chicas que conoció ese mismo verano.
Ambas le saludaban muy amablemente. Pero Aron no está de humor, así que, sin ni si quiera contestarles, cierra la página y apaga el ordenador. Se tumba en la cama otra vez. Que injusta es la vida en ocasiones.

Una noche de Septiembre, en el cuarto de Triana.

En el pasillo se escuchan risas. Pedro está sorprendido. Esa misma mañana se odiaban y ahora, a las diez de las noche, están Elia y Triana reunidas riendo.
Están comentando lo gordo que estaba el profesor de Inglés y ese lunar tan gracioso que tenía su tutora Ester en la punta de la nariz.
Ya han hecho prácticamente las paces, han preferido olvidarlo todo y empezar de cero.

- Pues yo he hecho una amiga. – Dice Triana, refiriéndose a Eva.
- Y yo dos, ¡Alex y Julia! – Contesta Elia sacándole la lengua a su hermanastra y a la vez riendo.
- ¿Y Carolina? ¿De esa no te has hecho su amiga?
- ¡Ni pensarlo! ¡Qué chica tan sumamente desagradable!

Las dos ríen. La odian a muerte.

- Lo cierto es que hay personas bastante raras aquí.
- ¿A quién te refieres, Tri?

Vaya, Elia la ha llamado Tri. Qué extraño. Tri solo le llamaban sus amigas más íntimas. Normalmente, habría preguntado que por qué le ha llamado así. Pero Triana se limita a sonreír, se alegra de volver a estar bien con Elia.

- Pues, a un chico.
- ¿Un chico? – Pregunta Elia sorprendida.
- Relájate. Ni si quiera he hablado con él. Simplemente le vi, era un poco rarito.
- ¿Y cómo se llamaba?
- Hugo.

Elia recuerda cuando Carolina, Alex y Julia corrían tras un chico bastante guapo que se llamaba Hugo. Sonríe.

- Sé quién es. Alex y Julia están enamoradísimas de él.
- ¿Sí? Y.., bueno, ¿no te recuerda a Derek?
- ¿Derek? ¿Tu novio? Vaya, pues ahora que lo dices, si que se parecen un poco. Pero Triana, tienes que admitir que Hugo es mucho más guapo.
- Sí, lo sé.
- No te vayas a enamorar, eh.
- ¿De un rarito? Ni loca.
- ¡Si tu también eres una rarita! Haríais la pareja perfecta. ''El rarito y la rarita'', sí, creo que os llamaré así.

Vuelven a reír.

- ¿Y tú qué? ¿Has visto ya algún chico guapo?
- Pfff, y qué lo digas. Un chico increíble.
- ¿Sí?

Elia asiente. Desde que le vió a primera hora de la mañana en los pasillos no ha dejado de pensar en él, en Marcos. En su increíble sonrisa. Y en su beso con Carolina. Está un poco desilusionada.

- Si, se llama Marcos. Pero tiene novia.
- Bah, seguro que no es más guapa que tú.
- Es Carolina.
- ¿¡Qué dices!? – Triana sonríe con malicia. - ¡Ay, Elia! Tienes que hacer lo que sea para que lo dejen. ¿Te imaginas la cara que se le quedaría a la tonta de Carolina si Marcos le dejará por ti?

Sí, Elia se lo imagina. Y la verdad es que le encantaría. Pero es demasiado improbable, Marcos estaba locamente enamorado de Carolina. Recuerda los ojos con los que le miraba, y sus besos, y como ella pasaba de él. Que injusto y que chica tan tonta que no sabe apreciar lo que tiene. Resopla.

- Me encantaría. Pero Marcos está realmente enamorado de Carolina.
- ¡Vamos, Elia! ¿Desde cuándo no consigues al hombre que te planteas? ¡Eres Elia! La chica más deseada de nuestro antiguo instituto, ¿recuerdas? Y muchísimo más guapa que Carolina, eso no lo dudes.

Elia sonríe. Pero sigue pensando que no tiene oportunidades con Marcos.

- Y tú eres Triana, la más rarita… Pero la mejor hermanastra que existe.

Ambas se abrazan, sonrientes.

- Sabes que puedes conseguir a Marcos.
- ¡Y tú a Hugo!

Claro que pueden. Son jóvenes y guapas. Podrían conseguir a quienes quisieran.

- No quiero a Hugo, tengo a Derek.
- Si, tienes a Derek a unos cuántos kilómetros de aquí. Estás loca por Hugo, y lo sabes.

De pronto entra Pedro en el cuarto. Anuncia que la cena está lista. Las dos se levantan de la cama y bajan las escaleras, dispuestas a cenar.

Finalmente, han tomado una decisión: Tudela les encanta.

Una noche de Septiembre, en casa de Carolina.

-¡Carolina! – Grita su madre. – ¡Rápido, ven! ¡Tenemos que anunciarte algo!
- ¿Qué pasa? – Contesta ella mientras se dirige al salón, dónde están sus padres.
- Ven, siéntate.

Ella obedece. Su padre y su madre están sentados enfrente suyo, dándose las manos entre ellos. ¿Qué van a decirle? Parece que vayan a anunciar que va a tener un nuevo hermanito. Siente un escalofrío. Que espanto.

- ¿Qué sucede?
- Ha llegado una carta.

Carolina resopla. Maldita sea, que susto. Pero no hay moros en la costa, no es nada malo.

- A ver si adivino, ¿Vicky?
- ¡Exacto! ¡Mañana mismo llegará a Navarra!
- ¿¡QUÉ?! – Carolina se levanta de la emoción. - ¿Vuelve a Tudela?
- Sí, y no solo eso. Sus padres la han inscrito en el mismo instituto que tú. – Completa la frase su padre.

Carolina sonríe. ¡Por fin, su prima vuelve! Y no solo eso, también estarán en el mismo instituto. ¡Qué felicidad!

Rápidamente sube a su cuarto, enciende el ordenador y abre su correo electrónico. Quiere comprobar si Vicky le ha mandado algún mensaje anunciando su llegada, pero no. Solo hay unos siete correos de Marcos, que le mandó en verano. Ella ni si quiera los ha abierto aún. “Qué pesado es.” Piensa.

En todos dice que le hecha de menos, que le quiere, y que es su vida. Carolina para Marcos es imprescindible. Y sin embargo, Marcos para ella es como una pequeña mosca que se ha chocado contra el parabrisas de su coche. Y sin saber por qué, Carolina ha estado conservando a esa mosca ahí mucho tiempo, en concreto siete meses. Engañándola, como si le gustará su compañía. Pero ahora, ya va siendo hora de pasar el limpia parabrisas y que está mosca llamada Marcos, se aparte de su camino.

3 comentarios:

  1. por qué la puta se tiene que llamar Carolinaaaaa???
    me mola molt el ''libro''!
    te sigo desde el principio loka!

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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