martes, 3 de julio de 2012

CAPÍTULO DIEZ.

Una tarde de Septiembre, ese mismo día, en una casa alejada de la civilización.


Elia no deja de recorrer toda la casa de arriba a abajo. Está eufórica. ¡Le han invitado a una fiesta, el segundo día de clase! ''¿Quién se ríe ahora, eh, Carolina? ¡Tus propias amigas son las que me han pedido que vaya a su fiesta! ¡Ja!'' Piensa continuamente.
Y esque, tiene que admitir que Alex y Julia son muy simpáticas, pese a que se junten con la peor persona de todo el instituto.
Ahora solo tiene un dilema: ¿Qué diablos se pondrá para esa fiesta? Alex le dijo que no sería una fiesta normal; sería una fiesta de disfraces. 'Disfraces sexys', esas fueron concretamente sus palabras.


Elia sube a su cuarto y se tumba en la cama, sonriente. Ahora solo toca decidir qué se pondrá ese mismo finde para llamar la atención de todos. 
''¿Pero qué tipo de fiestas hacen en Navarra?'' piensa para sí misma. ''¿No podría ser una fiesta normal y corriente? Sería mucho más sencillo, yo me pondría un vestido de los muchos que tengo y ya está...''
Pero no, Alex quería celebrar sus 16 años de una forma más especial. 
Elia pega un brinco. ¡Ya lo tiene! Buscará en internet tipos de disfraces. Seguro que encuentra alguno perfecto, en internet hay muchas sugerencias creativas y ella actualmente, es lo que necesita.


Se dirige a su escritorio, donde se encuentra su ordenador. Lo enciende. Como siempre, éste tarda un poco en arrancar, Elia lo golpea suavemente. ''Maldita chatarra'' piensa.
Pero sorprendentemente no tarda tanto como suele pasar; así que rápidamente Elia aprovecha la agilidad que posee el ordenador ese día y abre una ventana para conectarse a Tuenti. Ahora que lo piensa, hacía mucho tiempo que no entraba en su red social. Tiene muchas novedades, a ella le encantan esas cosas. Las abre una a una. La mayor parte son mensajes de sus amigos y amigas de Madrid, diciendole lo mucho que la echan de menos. Elia sonríe con algo de tristeza, ha dejado a tanta gente atrás...


Pero entonces se fija más detenidamente en sus novedades. ¡Tiene tres peticiones de amistad! Claro, la de Alex y Julia... Aunque, espera un momento, no le salen las cuentas. ¿Quién es esa tercera persona? ¿Carolina? No es posible. ¿Cómo iba a mandarle Carolina una petición de amistad a ella? Aunque, claro, quizás se trate de... Marcos. Es lógico que ha sido él. La primera persona del instituto que le dirigió la palabra. Su amor a primera vista. Elia sonríe de nuevo, pero esta vez no de una manera triste como anteriormente con los mensajes de sus amigos; ahora sonríe con energía, entusiasmada. Rápidamente abre las peticiones, y para su sorpresa, se había equivocado.


Sí, dos de las peticiones las había acertado: Alex y Julia. Pero la tercera persona no es Marcos, si no como ella misma había descubierto esa misma mañana en el instituto, su hermano pequeño; Aron.
Vaya, que sorpresa. La verdad es que había olvidado por completo a ese chico. Y eso que se portó muy bien con ella; también le hizo caso el primer día e incluso hoy habían vuelto a hablar. Era simpático, tal vez un poco raro, pero de todos modos le daba buenas sensaciones. 


Elia acepta las peticiones de amistad de los tres. Le gustaría no hacerlo; pero como de costumbre, pierde unos diez minutos de su tiempo cotilleando sus perfiles. Es una costumbre que tiene y más ahora, cuando acaba de conocerles.  
De pronto recuerda cuál había sido su propósito al encender el ordenador; buscar disfraces para la fiesta de Alex. Con mucho detenimiento busca ideas por Google. Entra una página un poco extraña, pero con muchas ideas. Y no todas son malas. Están las típicas; un disfraz de conejo, de polícia, de diablo... Y de pronto, lo vio. Y en cuanto lo vio supo que sería el disfraz perfecto para ella. ''Enfermera'' piensa. ''¡Me encanta!''
Sonríe de nuevo. Es la emoción de empezar de cero en un nuevo lugar. Siente libertad, nadie le juzga por cosas que haya hecho en el pasado. Ahora es una persona libre y tiene la oportunidad de comenzar una nueva etapa de su vida. Así es como ella ve el lado positivo de haberse mudado a Tudela.


De pronto, algo del ordenador le llama la atención. Ha recibido un mensaje nuevo. Con la mente en blanco, ya que no tiene ni la menor idea de quién se trata, lo abre y lo lee.
''Mensaje de Aron Piqueras:
¡Hola Elia!
Espero que recuerdes quién soy, el chico de clase.., bueno, el hermano de Marcos. Seguro que ahora si que te acuerdas de mí, ¿verdad? Jaja, bueno, solo estaba bromeando. 
Me preguntaba si estás muy ocupada esta tarde, porque si no es así... Bueno, me tengo que comprar un par de libros, y necesito a alguien que los tenga para que me indique de qué editorial son y todo eso. Espero no estar pareciendo un pesado... Es solo que parece ser que nadie está disponible hoy y necesito comprarlos. Si quieres podemos dar un paseo y te muestro un poco Tudela. Si te apetece, claro.
Contesta con sinceridad, si no tienes ganas lo entenderé, de todos modos puedo pedirlo a otra persona.
Un abrazo.''


Elia siente muchas cosas a la vez. Por un lado, le da bastante vergüenza; solo es el segundo día de clase y ya va a salir -aunque los motivos sean absurdos- con un chico por la ciudad, pero por otro lado.., él le cae bien, y no tiene nada mejor que hacer. Además, con Aron encajó a la perfección desde el primer momento. Tal vez hablar con él, desahogarse, contarle sus impresiones sobre la gente del instituto, sobre Tudela en general, le haga sentir  algo mejor. 
Sonríe. Justo como hace un rato, se siente completamente libre. Y las personas libres hacen lo que les apetece hacer, sin dar explicaciones a nadie. Así que esta vez se olvidará del 'qué dirá la gente'. Esta vez será libre y escogerá qué hacer esa tarde ella misma, sin dejarse influenciar por nada ni nadie.


Una tarde de Septiembre, en una casa en el centro de la ciudad.


- ¡Eh, eh! ¿Y ahora quién soy? - Pregunta Alex mientras imita, cómicamente, a un señor gordo al que le cuesta andar.
- Mmm.., ¡Ah, ya sé! ¿El profesor de historia? 
- ¡Punto para Julia!


Las dos ríen. Han quedado también con Carolina y su prima Vicky, pero ellas aún no han llegado. Están jugando a un viejo juego que les solía entretener, pero ahora que están empezando el curso no es tan divertido ya que no conocen a sus nuevos profesores.
Siempre han sido muy amigas la una de la otra. Obviamente, también lo son de Carolina, pero entre ellas dos existe una conexión especial. Desde que eran pequeñas han sido inseparables, y a medida que han ido creciendo su amistad a continuado. Por ello se tienen tanto respeto la una a la otra; por que sí, tal vez de vez en cuando discutan, ¿pero qué amistad no tiene discusiones? Todo el mundo discute, hasta los mejores amigos.


De pronto alguien entra en la habitación. Es la madre de Alex.
- Alex, cariño, mira quién ha venido.
Las dos esperan que tras su madre se escondan Carolina y Vicky, pero no es así. La madre de Alex se aparta para que ésta pueda ver de quién se trata. Y entonces, cuando Alex le ve, solo puede gritar una cosa:
- ¿¡Papá!? - Llena de emoción corre a sus brazos.
- ¡Alex! - Le contesta él mientras la abraza muy fuerte y la alza, la madre observa la escena llena de admiración. - Madre mía, como has crecido hija. Y has engordado un poco, la última vez que te vi recuerdo que no me costó tanto auparte. - Bromea.
Alex ríe y le golpea en el hombro. Normalmente, no consiente ese tipo de bromas. Nunca ha estado contenta con su físico, y eso que no tiene nada que envidiar a sus amigas. Está delgada, tal vez un poco menos que Carolina o Julia, pero de todos modos no es algo que se note a simple vista. 


Su padre llevaba un año fuera de casa, viviendo en Ucrania por motivos laborales. En un principio iban a mudarse toda la familia, ya que solo son tres y separarse era algo trágico; pero Alex rogó y rogó a sus padres permanecer en Tudela. Ella lo último que quería era mudarse al extranjero, dónde ni si quiera sabría hablar el mismo lenguaje que la gente de allí. Y al final, sus padres accedieron y le permitieron quedarse en Navarra; lo cuál conllevó la separación de la familia.


- Papa, te he echado mucho de menos. ¡Por fin has vuelto!
- Sí hija, lo sé. ¿Qué tal el primer día de colegio? ¡Ah por cierto, hola Julia! Con toda la emoción, no te había visto.

Julia ríe vergonzosa y saluda amistosamente, también ha estrechado lazos con la familia de su mejor amiga, ya que siempre ha pasado una gran parte de su tiempo en casa de Alex.
- Todo bien papá, todo muy bien. - Contesta sonriente Alex. 
Justo en ese momento, suena el timbre de la puerta.
- Oh, ¿y quién será ahora? ¿No te habrás traído a nadie de Ucrania, verdad Alfredo? - Bromea la madre de Alex dirigiéndose a su marido, y éste lo niega con la cabeza.
- No, mama. Es Carolina y su prima, que acaba de llegar de Inglaterra y les he dicho que vengan a pasar un rato con nosotras.
- Ah, bien. Pues entonces ve tú y recíbelas. Tu padre y yo vamos a nuestro cuarto, que yo también le he echado de menos.


Los padres de Alex hacen un juego de miradas mientras se retiran y Alex acude a abrir la puerta. Julia se queda en la habitación de ésta esperando. 
Cómo envidia a la familia de su mejor amiga. Desde que era muy pequeña ha tenido que soportar broncas y discusiones en casa. Es normal; ella tiene tres hermanos mientras Alex es hija única. Para ella es todo mucho más complicado. Si no discute con su hermano mayor, esta discutiendo con el menor de todos. Y cuando no es su madre la que se enfada, es su padre el que la culpa por todos los problemas. Mientras tanto, Alex vive a la perfección y tiene una magnífica relación con sus dos padres. Aunque claro, visto de otro modo, Alfredo ha pasado todo un año lejos de casa y Alex ha tenido que vivir 365 días sin un padre. Y parece que no, pero es algo duro, ya que no ha tenido ocasión de viajar a Ucrania para verle ni él de volver a España para visitar a sus dos mujercitas. Hasta ahora.
Unas voces que proceden del pasillo cada vez se encuentran más cerca. Son sus amigas, que hablan del tiempo climático.


- No te creas, en Inglaterra tampoco es muy diferente... - Debate Vicky justo en el momento en el que entran en la habitación.
- ¡Hola! - Julia se levanta rápidamente y se acerca a la prima de Carolina. - Soy Julia.
- Encantada. - Contesta ella mientras le da dos besos. - Yo Victoria, pero llámame Vicky.
- ¡Bueno, ya estamos todas! - Concluye Alex tras un breve silencio incómodo.
- Sí - responde Carolina mientras se mira las uñas con detenimiento, luego sube la mirada y continua hablando - mis dos mejores amigas y mi primita. ¡Que tiemble Tudela!
- ¡Eso, que tiemble! - Contestan las tres entre risas.
- Por cierto - interrumpe Alex - ya está todo decidido acerca de mi fiesta; será este sábado a las 11:00 de la noche y... ¡Tengo mi disfraz!
- ¿Ah sí? ¿Y de qué vas? - Contesta Julia con emoción.
- De... ¡Bombera! Sí, lo sé, soy una genia.
- ¡Qué buena idea! A mi no se me ha ocurrido nada ingenioso - contesta Julia de nuevo - supongo que iré.., pues lo típico, de conejita.
- ¿De qué fiesta habláis? - Pregunta desconcertada Vicky.
- Oh, es cierto. Alex, mi prima tiene hueco en la fiesta, ¿verdad? - Dice en su defensa Carolina.
- ¡Oh vaya! Lo siento, se me olvidó contar contigo. Por supuesto que estás invitada, va a ser muy divertido y va a venir todo el mundo. Conocerás a mucha gente. Lo único que se requiere es venir disfrazada. Pero no un disfraz normal... - repite lo mismo de siempre mientras mira a sus compañeras y las tres continúan la frase a la vez:
- ¡Un disfraz sexy! - Gritan mientras ríen.
Vicky se une a esas risas. Se le ocurren un par de disfraces, a ella siempre le ha gustado mucho este tipo de cosas. En ese momento mira a su prima, su apoyo más firme y le dice:
- ¿Y tu, Carol, de qué vas a ir?


Ésta sonríe. Todo el mundo quiere saber como irá Carolina a la fiesta, siempre llama la atención más que ninguna. A cada fiesta que asisten va deslumbrante y al día siguiente se comenta lo perfecta que iba. Le gusta llamar la atención, y la verdad es que lo consigue.
Y ahora más que nunca va a poder llamar la atención, ya que es una fiesta de disfraces y puede llamar la atención de una manera muy especial. Sus amigas esperan ansiosas a que les diga cómo irá, pero como de costumbre, no lo dirá. Por que lo bueno se hace esperar, y su disfraz será algo grandioso. Así que simplemente se limita a responder:


- Os dejaré con la boca abierta.

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