lunes, 31 de enero de 2011

CAPITULO SIETE.



Una mañana de Septiembre, en clase de Filosofía, el segundo día de instituto.

Nada más llegar, Elia se ha sentado en su pupitre y ha sacado su nuevo libro de Filosofía. Tan solo es el segundo día de clase y ya presiente que esa asignatura la va a odiar. Tal vez sea por la cara de amargado que tiene continuamente el profesor, o por que el libro contiene demasiada teoría y ella odia estudiar. Sea lo que sea, tiene malos presentimientos.
Mantiene la mirada por la ventana, puede ver a muchos chicos en el patio del instituto, todos se dirigen hacía sus respectivas clases. Pero de pronto, se fija en una moto vespa que acaba de aparcar en la puerta. En ella va una chica. “¿Será Triana?” piensa. La chica se quita el casco y Elia comprueba que está en lo cierto; es su hermanastra.
Esta mañana ha sido ella la que se ha despertado tarde, y finalmente Pedro se fue junto con Elia en el coche. Ojo por ojo, diente por diente.

Suena el timbre. Elia se asusta, estaba demasiado concentrada espiando por la ventana a hermanastra, la cuál llega tarde. Es hora de empezar la clase.

Mira a su lado. El pupitre está libre. Qué extraño, Carolina hoy no ha ido a clase. Se gira y comprueba que Alex y Julia si que están allí. Se miran, se sonríen y se saludan con la mano. Elia se gira de nuevo, qué gusto da hacer nuevas amistades.

Vuelve a mirar por la ventana y ve que Triana sigue allí, aún no se ha encaminado a clase.
“¿Pero qué está haciendo? ¿Va a hacer pellas?” Piensa Elia, pero al fijarse más detenidamente se da cuenta de que está hablando con alguien. Rápidamente saca el móvil y le manda un mensaje. “La clase ha empezado, tonta. ¡Date prisa!” Lo envía y vuelve a guardarlo. De pronto escucha una voz a su lado.

- ¿Está libre este sitio?

Elia pega un brinco. De nuevo ha vuelto a asustarse. Se gira y ve que el chico que le está hablando es el mismo que el de ayer. Aron, cree recordar que se llamaba.

- ¿Hola? Tierra llamando a Elia, ¿estás ahí? – Pregunta él para comprobar si le ha escuchado.
- Ah, sisi. – Responde ella entrando en razón. – Estaba embobada, lo siento.
- No pasa nada. – Dice Aron sonriente mientras se sienta a su lado.

Elia analiza la situación. ¿Cómo ha acabado ese chico sentado en el sitio de Carolina? Le mira de arriba abajo, le cuesta creer que sea amigo de los empollones que vieron ayer. El chico no está mal. Y viste bastante bien. Es un caso extraño, pero a pesar de ello, prefiere su compañía que a la de Carolina.
El profesor ha empezado a hablar hace un rato, pero nadie le escucha.

- Qué aburrimiento de asignatura, tengo la impresión de que voy a morirme este curso.
- Si te sirve de consuelo, siempre que yo sea tu compañero de pupitre, haré lo posible para que no te mueras de aburrimiento. – Contesta sonriente.
- No te ofendas, pero a este paso, moriré igualmente. Y tú probablemente también.

Los dos ríen. El profesor se fija en ellos.

- Aron, guarda silencio o tendré que echarte de clase. – Le advierte.

Normalmente ese profesor, a una persona que se ríe en clase, cachondeándose de la Filosofía, lo habría tirado al pasillo desde el primer momento. Pero Aron es una excepción, es un alumno de matrícula de honor.
Sin embargo, Elia sigue hablándole en bajito, y riendo de vez en cuando. Finalmente el profesor se harta y les echa a ambos de la clase. Elia sale riendo, pero a Aron la expresión de la cara le ha cambiado. Nunca le habían echado de clase. Sin embargo, al ver a Elia de nuevo reír, la sonrisa involuntariamente se forma en su rostro.

- Vaya, que decepción de profesor. Primer día de clase y… ¡Al pasillo! – Dice Elia mientras se sienta en el suelo.
- Sí, lo sé. Los profesores pueden llegar a ser tan odiosos…
- ¡Vaya! Algo que tenemos en común; el odio hacía los profesores.
- Yo les odio más, te lo aseguro. – Miente sonriente Aron. Sabe que tarde o temprano todas estas mentiras saldrán a la luz.
- Qué guay… Realmente, tú fuiste la primera persona en hablarme en este instituto.
- ¡Pues el más listo!
- Obviamente. – Dice riendo Elia. – Muchas gracias Aron. Para mi es muy importante, llegué sola y tú… Has sido mi primer amigo.
Pese a lo raro que le pareció el día anterior aquel chico, hoy por lo contrario le ha caído bastante bien. Además, pensandolo detenidamente, fue la primera persona que se acercó a ella. Y eso se agradece.
- De nada, sabes que aquí tienes a un colega.
- Shh, guarda silencio un segundo. Se escuchan pasos.

Ambos se detienen e intentan escuchar. Es cierto, alguien se aproxima a ellos. De hecho, al final del pasillo se puede distinguir la silueta de alguien, de una chica.

- ¿Elia? – Se escucha desde el final del pasillo.
- ¿Triana?
- ¿Qué haces fuera de clase?
- El profesor de Filosofía nos ha echado. – Contesta Elia a su hermanastra, la cuál ya está lo suficientemente cerca de ellos. – Ah, por cierto, este es mi amigo Aron.
- Hola Aron. – Saluda sonriente Triana. Lleva el casco de la moto en la mano, se dispone a entrar en la clase.
- Hola. – Contesta él.
- Por cierto Triana, ¿Con quién estabas hablando antes? Cuando te mandé el mensaje.
- ¿Cómo sabes que estaba hablando con alguien?
- Te vi por la ventana.
- Ah, bueno. Ya te contaré cuando lleguemos a casa.

Triana llama a la puerta y rápidamente le abren. Va a entrar, pero antes le grita a su hermanastra:

- Ah, ¡Y ni se te ocurre decirle a papa y a mama que he llegado tarde!

La puerta se vuelve a cerrar y se escuchan los gritos del profesor. Dice cosas como “¿Qué modales son esos?”.
Aron y Elia ríen.

- Qué simpática tu hermana.
- Hermanastra. Y sí, lo es… Pero solo cuando quiere, eh. – Elia le guiña un ojo.
- Mi hermano mayor no es simpático ni cuando se propone serlo.

Ambos ríen.

- ¿Tienes un hermano mayor? – Pregunta ella.
- Sí. De un año más.
- ¿Y es guapo?
- No soy quién para juzgar esas cosas, losiento Elia.
- Ah, es cierto.

Vuelven a reir. De pronto, de nuevo se escuchan pasos a lo lejos del pasillo. Guardan silencio, con el miedo de que sea el director del instituto y les eche una bronca. Pero por suerte no es ningún profesor. Es un chico, está parado enfrente de la puerta de segundo de bachillerato. Al igual que Triana, él también llega tarde.

- ¿Quién es? – Pregunta Elia.
- Marcos.
- ¿¡Marcos!? – Elia rápidamente se levanta.

El chico entra en la clase. Ella, al ver que ya no tiene oportunidad de hablar con él, vuelve a sentarse algo refunfuñona.

- La verdad es que no me extraña que te comportes así. Todas reaccionáis igual al ver al 'perfectisimo' Marcos. – Comenta Aron, ahora tiene oportunidad de decir lo que piensa. Elia se da cuenta de lo celoso que está.
- ¿Le conoces? – Susurra.
- ¿A Marcos?

Elia asiente sonriente.

- Es mi hermano mayor. – Contesta Aron.
- ¿Qué? - Elia no da crédito. No puede creerlo. Son completamente opuestos.
- Sí, lo sé. No soy lo suficientemente atractivo como él, ni tan gracioso, ni tan simpático, joder, sé que no soy ni la mitad de guapo que mi hermano mayor. Pero te diré un secreto: Mi madre siempre me dijo que lo mejor de las personas está en el interior.

Unos minutos antes, en la puerta del instituto.

“Mierda, llego tarde.” Piensa Triana mientras aparca la moto con rapidez.
Se quita el casco. Baja la mirada y comprueba que en su mochila están todos los libros. Sí, todo perfecto, excepto que no ha sido puntual.
Levanta la mirada, dispuesta a salir corriendo hacía su clase, cuando de pronto una moto derrapa con habilidad delante suyo, tirando su mochila por los suelos.

- ¡¿Estás loco o qué?! – Grita sin pensarlo Triana.

Más tarde se fija en el conductor de la moto, es Hugo. Está increíble, sigue pareciendo el protagonista de un anuncio de colonia. El chico sonríe, pero levemente, ni si quiera se molesta en mostrar los dientes. Triana frunce el ceño. De pronto, tras él se asoma una chica. Es castaña y tiene el pelo liso, va agarrada a la cintura de Hugo, ocupando la plaza trasera de la moto.

- Hola. Creo que te vi ayer por aquí, ¿eres nueva, no? Bueno, en cualquier caso, yo soy Mel. Una 'buena amiga' de Hugo. Y tengo una duda: ¿Qué es lo que estás mirando? -Le grita a Triana.

Mel y Hugo se miran y ríen, como si escondieran algo. Hugo vuelve la mirada a Triana y deja de reir. Le sonríe otra vez, con esa maldita sonrisa que parece una mueca, y arranca de nuevo la moto.

De pronto suena el móvil de Triana, tiene un nuevo mensaje de su hermanastra. Dice algo de que la clase ha empezado y que llegará tarde.
Pero Triana esta demasiado impactada como para ahora fingir que no ha pasado nada. Ha permanecido en silencio todo el rato. No sabía que comentar, se ha quedado impresionada. Ha durado un minuto, un continúo minuto de sufrimiento. Y las palabras de esa tal Mel retumban sobre su mente. Siente como una gran decepción por dentro. ¿Ha que se refería con que era “una buena amiga”? ¿Era su novia? ¿O solo su amiga con derecho a roce?

Triana suspira.
Desde que vio a ese tal Hugo le odió. Tal vez sea por impotencia, de cualquier modo, ahora le odia más que nunca.., y esta vez se lo ha ganado a pulso.


Una mañana de Septiembre, en la clase de segundo de bachillerato de un instituto.

Dorian suspira. La puerta se abre y entra Marcos, su mejor amigo. El profesor aún no ha llegado a la clase, y ningún alumno permanece sentado en su pupitre, excepto él. Marcos deja su mochila en su asiento, saluda a un par de personas, y luego se dirige hacía el pupitre de su amigo.

- Eh tío, ¿qué pasa? - Le susurra.

No es normal que Dorian este así, sereno y tranquilo sin la presencia de un profesor en la clase. Además, ni si quiera ha mirado a su mejor amigo a los ojos cuando le ha hablado. Contiene la cabeza agachada, como si se avergonzará de algo, o aún peor: como si escondiera algún secreto.
Marcos, preocupado, le eleva la cabeza con la mano. Involuntariamente abre la boca debido al asombro. Queda impresionado al ver que todo su ojo tiene una moradura.

- ¡¿Que diablos ha pasado?!

Dorian vuelve a suspirar. Sus grandes labios están secos y cortados, y arriba de su ceja tiene una cicatriz. Sus ojos están enrojecidos, inyectados en sangre. Si por él fuera, ya habría empezado a llorar, pero es un hombre fuerte. Además, los nudillos de sus manos están rasgados y también contienen sangre.

Marcos piensa. A Dorian siempre le han criticado y ha tenido movidas por ser negro de piel. Sí, es un negrito. Pero el mejor negrito que jamás existirá. ¿Qué le habrá pasado? ¿Una pelea? ¿Un atraco? ¿Un accidente?
No entiende nada, solo sabe que su mejor amigo está mal, y que tiene algo importante que contarle.
Y tanto qué importante.

3 comentarios:

  1. dioooos tiaaa no lo dejees asiiii jajajajajja 8888888888888888 :D

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  2. jajaja me mata que le llames "Mel" a la putilla de Hugo jajajaja
    me encanta leerte tronca!
    te quiero, blan

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