lunes, 24 de enero de 2011

CAPÍTULO CUATRO.

Una mañana de Septiembre, en la recepción de un hospital.

- Bienvenida a tu nuevo trabajo, Claudia. – Le susurra su actual jefe para no molestar a los enfermeros y enfermeras que trabajan por ahí. – Tendrás que permanecer todo el tiempo detrás de ese mostrador, y ya sabes, recibir a los pacientes, hacer las fichas.., en fín, todo esto ya te lo conoces.
Sí. – Asiente ella. – Muchas gracias por darme esta oportunidad Javier, de verdad.
- De nada, y no la fastidies, eh. – Su jefe le guiña un ojo amablemente y seguidamente le señala una puerta. – Mi despacho está allí, para cualquier cosa, ya sabes. Ah, y no me llames Javier porfavor, soy Javi.

Después de decir estas palabras, Javi se va. Y deja a Claudia sola en el mostrador. Respira hondo, da una vuelta sobre sí misma observando todo lo que le rodea y sonríe. Ha encontrado trabajo, sí señor. Ahora, ella será como Pedro. No es que vayan mal económicamente, pero para Claudia, volver a ser como antes, tener trabajo, es algo muy importante. Desde que murió su antiguo marido, lo dejo todo y cayó en una gran depresión. Y ahora, porfín, tiene la impresión de que todo volverá a ser como antes. No quiere joderlo. Se levantará todos los días a las siete de la mañana y a las ocho ya estará en el hospital, en su espacio, recepción. Y se va a poner muy seria. No va a llegar tarde ni un solo día,  estará al nivel.

Tiene mucha suerte, sus compañeros de trabajo son todos muy amables con ella. En especial Javier, su nuevo jefe. Le ha recibido de muy buena manera; o quizás sea ella la que ve cosas donde no las hay, ya que en Madrid sus anteriores jefes eran bastante más agrios con ella. Además, Javier tiene un punto que le atrae bastante. Se parece mucho a su antiguo marido, le recuerda a él. Y eso hará que al menos la estancia en ese hospital sea más agradable, más confortable.

Se mira en el espejo que tiene a su derecha, colgado de la pared. Va vestida toda de blanco, el uniforme de las enfermeras. Tiene un pequeño cartel en el que pone su nombre en grande, pero su largo pelo negro lo tapa un poco.

Sonríe. Claudia es feliz. Inmensamente feliz, y todo gracias a Tudela.

Una mañana de Septiembre, en los pasillos del instituto.

Acaba de sonar la campana que anuncia el patio. Elia camina perdida. Busca a Triana. Tienen un tema de conversación pendiente. Camina con prisa, de un lado a otro. Lo cierto, es que le da bastante vergüenza que la vean sola, ¿Qué tipo de chicas viven en Tudela? Aún ninguna se ha acercado a hablar con ella, a ser su amiga. ¿Tan mal aspecto tiene? Cree recordar que al verse en el baño del espejo no estaba tan mal.
No tiene dirección concreta, y va bastante rápido. Cuando de pronto, una mano se posa sobre su hombro.

En su mente aparece la imagen del chico que conoció hace apenas unas horas en esos mismos pasillos. Marcos. Que bonito nombre. Y que chico tan guapo. Han congeniado bastante bien, tal vez luego le busque y entable una conversación con él, así causará buena impresión y al menos alguien se acercará a hablar con ella, o eso supone que harán.

Se gira para descubrir de quién se trata, quién la llama. Que sea Marcos, o que sea Triana. Pero que no sea Carolina, por dios, le ha caído fatal. Se gira con una amplia sonrisa y… Decepción. No es nadie conocido. Es un chico un poco más alto que ella, pero no mucho. Castaño y muy moreno, con una camiseta apretada y unos bonitos pantalones pitillo. No es feo, pero Elia habría preferido que hubiese sido Marcos indudablemente. Aunque hay que reconocer que tiene unos grandes ojos que trasmiten dulzura. Está sonriendo; sonríe continuamente, y su sonrisa desentona con todo. Es preciosa.

- ¡Hola! ¿Elia, no? – Saluda el chico alegremente. Rápidamente ella le analiza de arriba abajo. No hay moros en la costa, no es un bicho raro, o al menos no lo parece.
- Sí, soy Elia, la chica nueva a la que nadie se ha acercado a hablarle. – Contesta sonriente. - ¿Y tú?
Pues que estúpida es la gente en este instituto. Yo soy Aron.

Elia sonríe. ¡Por fin un amigo!

- Y… bueno… ¿Cuál era tu antiguo instituto? – Pregunta Aron, rompiendo el silencio.
- Ems, no. Es que, yo… Soy de Madrid.
- ¿De Madrid? ¡Oh, me encanta Madrid! Parte de mi familia vive allí, de hecho tengo dos casas vacías, y suelo ir mucho, tengo bastantes amigos por ahí. – Miente.
- ¿De veras? – Contesta Elia emocionada, hablar de Madrid le hace feliz- ¡Qué bien! ¿Y por dónde están esas casas?

Mierda. Aron resopla. ¿Y ahora qué? Le va a pillar, eso le pasa por mentir.

-Pues… Por el centro. – Responde con una amplia pero falsa sonrisa. Elia se percata de ello y sonríe falsamente también.

De pronto, pasan por su lado un grupo de chicos que saludan a Aron. Elia se les queda mirando, son todos unos empollones. Uno alza una libreta y grita algo. Aron se pone de color rojo. ¡Mierda! Justo ahora tienen que parecer todos sus antiguos amigos, ¿verdad? Para fastidiar el momento. A Elia le cambia la expresión de la cara. Comprende la escena. Aron es amigo de esos chicos. Se muere de vergüenza, todo el mundo le está mirando, como si a ella también le encantaran las matemáticas.

De pronto, Marcos pasa por su lado. Le mira y le sonríe. ¡Es su oportunidad! Elia lo utiliza de enganche y, sin ni si quiera despedirse de Aron, corre detrás de Marcos.

Aron queda inmóvil en medio del pasillo. No puede creer lo que acaba de pasar, era su momento… Él había sentido un ‘’feelling’’, incluso creyó que Elia sentía atracción por él, pero justo cuando aparecieron sus antiguos amigos… Ella huyó rápidamente, como si se avergonzará de él, en el fondo es normal. Nadie quiere ser un bicho raro como Aron. Pero resulta que ese ‘bicho’ tiene sentimientos, y un corazón. Aun que Elia se lo acabe de romper.

Una mañana de Septiembre, fuera del instituto.

Triana acaba de salir de clase. Camina sin prisa. Quiere alejarse de todo el mundo, estar sola un rato, reflexionar. Se sienta en la puerta de la entrada del instituto, al aire libre, cuando de pronto se le acerca una chica. Es rubia, tiene unos grandes ojos y el pelo muy largo. Se sienta a su lado, la mira y exclama:

- ¡Estuviste genial con Carolina! Se lo dejaste clarísimo, de verdad, estoy emocionada. Esperaba con ansia a que llegará alguien como tú a este instituto.
- Gracias. – Contesta sin ni siquiera mirarle, y se hace un pequeño silencio. - ¿Cómo te llamas?
- Soy Eva.
-Un momento, -susurra Triana pensativa- tú… ¡Tú eres la chica que estaba sentada a mi lado al principio de la clase!, la rubia de las gafas.
- Sí, justo antes de que me echara Carolina. No sé, aún no entiendo… Cómo te atreviste. 
- Aun no existe una persona en este mundo que decida por mí.
- Veo que tienes mucho carácter. Yo soy inofensiva. Ojalá pudiera aprender algo de ti.
 Es fácil; ten personalidad.
- La tengo pero, ¡soy incapaz de revelarme a la chica que más admira el instituto!
- ¿Qué más dará lo que piensen los demás de ti? Demuéstrales que vales más que las amenazas de una niña. ¿Por qué iba a ser ella algo mejor que tú? 

Eva resopla. Lo que daría por ser como Triana, por saber encararse así a la gente. Por hacerse de valorar. Por tomar decisiones por sí misma. Pero es difícil. Ella no tiene ni voz ni voto. Como una niña pequeña. Y esa reputación, ha hecho que sea el punto blanco para los graciosos de la clase. Eva nunca se queja de nada, y a veces las chicas del instituto se pasan bastante con ella. Es guapa, pero no se valora mucho. Antes, ella formó parte del grupo de Julia, Alex y Carolina. Pero a una de ellas le dio un arrebató y terminaron echándola, aun que sinceramente, prefiere olvidarlo.

-Tienes razón. – Contesta Eva sonriente.
-Tú júntate a mí y no te pasará nada, te lo aseguro.

Triana comprende la situación en la que está su nueva amiga. Ha recurrido a ella para esconderse, o para protegerse, simplemente para que no le vuelvan a hacer nada malo. Tal vez ella tenga una historia que contar y esté mal. En tal caso, Triana le ayudará. No le viene mal hacer amigas.
Suena la campana; de nuevo vuelta a clase. Ambas se levantan, y justo cuando van a entrar, Eva susurra algo.

- ¡Triana, rápido, gírate! ¡Ésta ahí!
¿Qué? ¿Quién está ahí?

Eva señala a un chico que se encuentra a unos metros de ellas. Acaba de aparcar la moto y se está quitando el casco. Llega tarde al colegio, ¿pellas? Vaya, 'que malote'. Se dirige hacía allí.

- Es el chico más guapo que jamás vas a ver, quédate con su cara. – susurra Eva.
- ¿Cómo se llama?
- Hugo.
- Es un poco raro.
- Sí, sí que lo es. No tiene muchos amigos aquí, en el instituto. Sale con gente de fuera, y nadie sabe nada de su día a día personal. Pero muchas veces, viene con moratones, cicatrices... Debe de tener la vida de un actor de cine.


Hugo no ha sonreído ni un solo minuto, pero lleva mirando a Triana desde que aparco su moto. Al igual que ella a él. Cada vez están más cerca. Se siguen mirando. 'Vaya, el típico chico que se cree que tiene el mundo a sus pies' Piensa Triana sobre él. Es atractivo, pero el simple hecho de la seguridad que tiene, lo detesta. Estan muy cerca, Hugo va a entrar por la puerta, se acerca a ella, sus bocas están a un solo centímetro, parece el típico anuncio de colonia. ¿Va a besarla? ¿¡Qué es esto!? ¡Si tiene novio! ¿En qué estaba pensando? Rápidamente Triana se aparta. Hugo porfin sonríe, le guiña un ojo y sigue su camino.

Se hace un silencio. Nadie sabe que diablos ha pasado. Han estado respirando el mismo aire. Y apunto de rozar sus labios, ¡menos mal que Triana se ha apartado! Aunque realmente, la boca se le estaba haciendo agua. Ese tal Hugo es plato de muy buen gusto.

- ¡Ha sido increíble! – Exclama Eva con la boca abierta. - Ya verás cuando se enteren Alex, Julia y Carolina.

6 comentarios:

  1. Oh! Me gusta mucho :)
    Ya estoy enganchada, la historia tiene muy buena pinta.

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  2. Para tener 14 años, escribes bastante bien salvo alguna que otra falta de ortografía que se te escapa. Aún se puede mejorar, como todo, pero está fantástico ;)

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  3. 14 años:O?
    yo ya espero el capitulo 5:P me encanta!

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  4. Dios blanca me chifla esta novela!!
    espero el capitulo cincoooo(L)

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  5. Muchísimas gracias, de verdad que para hago esta novela con el fin de que gente como vosotras la lea, para que podáis disfrutar leyéndola espero que tanto como yo escribiéndola.
    por tanto, os pediría que la publicitaseis a vuestros contactos, y así al final la novela tendrá muchos más seguidores/lectores, me haría mucha ilusión de verdad.
    sí, catorce añitos... jajaja
    gracias de nuevo por la critica de ''Yo''.

    Blanca.

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  6. ¡Ah, y por cierto!
    Ahora estoy de exámenes, por tanto he tenido el blog unos días olvidado. pero la novela sigue, el viernes publicaré el capítulo cinco y espero poder sacar el sexto y el séptimo este finde.
    :)

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